Raquel Villarrubia Díaz
Raquel Villarrubia Díaz pertenece también a esa generación de artistas morachos que están en las aulas buscando a la par que una titulación la teoría y la técnica del arte que canalice sus aficiones, nacidas en la infancia, tal vez en los primeros días escolares, y sus cualidades puestas de relieve en sus estudios medios y superiores. Raquel está ya en el cuarto año de la carrera y ya está pensando en el doctorado en Bellas Artes que puede acreditar sus conocimientos. Pero al mismo tiempo, en las aulas universitarias de Cuenca o fuera de ellas trata de manifestar el arte que lleva dentro, un arte decididamente figurativo, necesariamente realista, pero que a veces se escapa por tentadoras aventuras surrealistas - mejor Dalí que Picasso como modelo- en las que llamas, conjuros, espíritus o calaveras se apoyan en elementos tan reales como piedras, árboles o bellos rostros juveniles.
Dentro de ese realismo, dentro de ese afán de trasladar el mundo circundante a un lienzo, a un acrílico, a un papel, incluso al soporte tridimensional de una escultura, hay una especial capacidad para describir animales; no es extraño que uno de sus dibujos, la cabeza de un perro, terrible y temible, fuese seleccionado en un concurrido certamen de la Real Sociedad Canina para su exposición anual, y reproducido luego en el fascículo conmemorativo, que fue la primera vez que Raquel se ha asomado al mundo de las publicaciones, en el que sin duda como ilustradora puede tener mucho que hacer, como en otros aspectos del arte al que consagra la voluntad y el esfuerzo de su juventud veinteañera.
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